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Grand Canyon es una película de 1991 dirigida por Lawrence Kasdan e interpretada en los principales papeles por Danny Glover y Kevin Kline. Sí, para muchos seguramente Grand Canyon sea una película vieja, uf!!!, de hace ya “25 años”. Yo creo que la vi el año de su estreno y me pareció una película excelente. A lo largo de los años la he vuelto a ver en varias ocasiones. La última la semana pasada y, quizás porque uno ya es más viejo que la propia película, he ido descubriendo cosas en la misma que me han hecho reflexionar.

Grand Canyon refleja los miedos de las personas ante la incertidumbre, ante la violencia, ante la pobreza, las diferencias de clase y las diferencias raciales, el miedo a la soledad, etc., y plantea una pregunta que es universal ¿qué le pasa a este mundo?

En el fondo, son las mismas preguntas que 25 años después y pese a todos los cambios habidos (tecnológicos, sociales, culturales, económicos, etc.) seguimos haciéndonos las personas. Seguimos teniendo miedo a la incertidumbre, a la pobreza, seguimos buscando seguridades y certezas, nos da miedo la soledad, la violencia, miramos al mundo y a la sociedad en la que vivimos y nos preguntamos ¿qué es lo que está pasando?

No hemos cambiado tanto pues. Seguimos siendo los mismos y me parece que eso es muy bueno. Porque eso significa que, de la misma manera que lo hacen los personajes de la película, somos conscientes de que vivimos en un mundo que no podemos controlar pero luchamos para que no nos descontrole, hacemos esfuerzos para que el amor siga vigente en nosotros y para con los demás, luchamos contra nuestros miedos e incertidumbres pero siendo conscientes de que hemos de seguir viviendo; y con nuestras pequeñas acciones (como en la película) poder poner en movimiento pequeños cambios que pueden suponer mucho. Santa Teresa de Calcuta hablaba de pequeñas gotas de agua limpia en un mar de suciedad.

Al igual que los personajes de la película casi todos tenemos un Grand Canyon al que ir y contemplar en silencio algo mucho más grande que nosotros. Frente a ello somos capaces de ver nuestra pequeñez pero también nuestra grandeza, incluso en los momentos complicados, en los momentos en los que sufrimos.

Quizás sea necesario realizar un último comentario que añade una diferencia importante entre nuestro mundo de hoy y el de hace 25 años. Hoy, hay demasiados lugares desde los que no solo se quiere cambiar el mundo, sino también a las personas, quizás para que dejemos de ser lo que somos y lo que nos hace únicos. Y esto si me preocupa. Si eso se consiguiera no solo no podría escribir dentro de 25 años un post como este, sino lo que es peor, quizás no fuera capaz de reconocerme a mí mismo.

Desde nuestra pequeñez, pero también con nuestra grandeza sigamos siendo lo que somos: seres humanos. ¿Hay algo mejor sobre la tierra? Creo que no.