DSC_0162 (2)

Conocerte a ti mismo… Si la ciencia del conocimiento de sí mismo, que Sócrates reputaba única digna del hombre, pasa a saber de especialistas, estamos perdidos. Dicho en otra forma, ¿cómo podrás saber algo de ti mismo, si de esa materia, como de todas las demás, es siempre otro el que sabe algo?
Juan de Mairena. Antonio Machado.

Este texto del Mairena de Machado, tomado a su vez de los griegos, despertó mi interés hace ya muchos años. Desde entonces me ha acompañado en muchas de mis reflexiones y trabajos en todo lo relacionado con las personas.

Por otro lado, soy muy consciente que desde hace ya tiempo se ha convertido en objeto de cierta chanza decir en voz alta, como si fuera un ejercicio de recitar, aquello de ¿quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos?

Cuando hace unos años se pusieron de moda expresiones y comportamientos del estilo de construir el propio relato, crear tu propia marca, convertirse en el mejor producto que hay en el mercado, etc., tengo para mí que, una vez más, muchas personas comenzaron a trabajar no sobre una realidad conocida y profundizada, sino sobre una superficie a la que bastaba poner un traje unas veces elegante, otras deportivo, a veces sonriente, en ocasiones dinámico, etc., pero siempre superficial. No podía evitar recordar una frase de un antiguo profesor que decía con bastante frecuencia “no profundices mortal, deslízate”. Y cuando ese traje se veía afectado por cualquier circunstancia, más o menos adversa, quedaba en evidencia la propia desnudez.

A mi juicio, la explosión de los libros y manuales de autoayuda acabaron por banalizar esa necesidad de conocernos a nosotros mismos. Muchas personas, cansadas de tantos remedios mágicos, de tantas herramientas “potentes”, de tantas experiencias “retadoras”, enviaron al cajón de las bromas o de la ridiculez la necesidad que tenemos de conocernos a nosotros mismos. Grave error.

No es banal conocerse a sí mismo, no debiera ser objeto de chanza, no debiera ser objeto de un mero recitar unas palabras.

Conocerse exige tiempo, silencio y reflexión. Algo de lo que la modernidad nos está privando cada vez más. No hay nada que genere más pavor al ser humano de hoy que reflexionar respecto a uno mismo y el silencio.

Mi mensaje final es que no renuncies a conocerte y desde ese conocimiento liderar tu vida.

Si no lo haces, estarás privando al mundo de tu mejor versión.

Si lo haces, puede que esa versión tuya no sea la más brillante, la más exitosa o la que tenga más glamour. Pero de lo que estoy seguro es que desde el momento en que comiences a interpelarte sobre ti mismo y sobre tus acciones, averiguarás a qué lugar perteneces, sabrás que es lo que se espera de ti y conocerás cuál ha de ser tu contribución al mundo.

Y créeme, esa será desde cualquier punto de vista, tu mejor versión.